viernes, 28 de marzo de 2014

Librerias de viejo

Cualquier amante de los libros considera las librerías de viejo como pequeños paraísos.
Las tiendas de libros nuevos tienen un orden excesivo. Y esa clase de orden vuelve las cosas predecibles. Se pierde la sensación de exploración. En las librerías de viejo uno siente con mayor intensidad la posibilidad de un hallazgo.

En los libros encontramos varias personas. En primer lugar, encontramos al autor. Si se trata de una obra traducida, existe un traductor. También esta el editor. Ahora, en los libros usados podemos encontrar a alguien más: el anterior dueño del libro. Una mancha de café. Un papel olvidado entre las paginas. Una palabra subrayada. Una dedicatoria.

Las librerías de viejo pueden despertar recuerdos en nosotros, como cuando nos encontramos con una edición de un libro que leímos en nuestra infancia.
Yo creo que ademas las librerías de viejo tienen la capacidad de recordarnos que las cosas envejecen. Pueden recordarnos que todo es efímero.
En las librerías de viejo uno es tratado mas como un lector que como un cliente.
Nunca vi en una tienda de libros nuevos un gato echado sobre los libros.

Mi sueño es una librería de viejo gigante, con grandes espacios y muchos pasillos. Y cuadros y sillones para leer. Se que viviría allí dentro. Que podría pasarme días enteros. Seria de esos clientes a los  que debe repetirsele que ya es la hora de cierre. Por cierto, no me molestaría nada que cerraran conmigo allí dentro. No necesitaría dormir para soñar.

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